La piel es uno de los órganos que se pueden ver afectados por las condiciones en las que se desarrolla la práctica deportiva, por lo que muchos deportistas pueden experimentar afecciones dermatológicas que en la mayoría de los casos son leves y se pueden prevenir.
La práctica regular de una actividad deportiva en la mayoría de los casos es saludable, pero requiere de preparación y de cuidados específicos, en función de la disciplina deportiva y de las condiciones de su práctica, para evitar riesgos innecesarios.
La piel es uno de los órganos que se pueden ver afectados por las condiciones en las que se desarrolla la práctica deportiva, por lo que muchos deportistas pueden experimentar afecciones dermatológicas que en la mayoría de los casos son leves y se pueden prevenir.
No en vano la piel es el órgano más extenso del organismo y el más expuesto a agentes externos. Sus funciones son múltiples, incluyendo la de barrera de protección frente a las agresiones externas y microorganismos, impermeabilización, termorregulación, percepción de estímulos sensoriales, síntesis de vitamina D, etc.
Entre los principales problemas que pueden afectar a la piel de las personas que practican actividad física se cuentan las infecciones fúngicas, víricas y bacterianas, reacciones alérgicas e irritativas, alteraciones derivadas de agresiones medioambientales y traumatismos.
Las principales afecciones dermatológicas que afectan a los deportistas:
Quemaduras y efectos del sol.
Las actividades deportivas al aire libre implican una inevitable exposición al sol, que se ve incrementada en deportes como el esquí o en espacios marinos. La radiación solar en deportistas, por efecto de los rayos ultravioleta en la piel, puede causar manchas, envejecimiento prematuro y un mayor riesgo de melanoma y cáncer de piel, entre otros. Para evitarlo, es fundamental utilizar protección solar con un factor de protección elevado (superior a 30). También se pueden utilizar gorras y otros utensilios protectores. Finalmente, si es posible, se deben evitar las horas centrales del día para la práctica deportiva.
No obstante, es necesario recordar en ese apartado que cierto grado de insolación diaria de nuestra piel es necesario para una adecuada síntesis de vitamina D.
Deshidratación y xerosis de la piel.
Condiciones como el frío y el agua, especialmente la salada, también pueden afectar a la piel, alterando su equilibrio, provocando xerosis o sequedad y facilitando la aparición de fisuras por las que pueden acceder microorganismos y causar sobreinfecciones.
Es recomendable llevar un atuendo adecuado, así como una hidratación oral y cutánea con cremas emolientes de uso continuado.
Ampollas.
Suelen aparecer por la fricción de la piel con el material o equipamiento deportivo, siendo frecuentes en las manos o los pies, en este caso por un calzado inadecuado. El calor y la humedad son dos factores que propician la aparición de ampollas. Es recomendable utilizar un calzado adecuado y calcetines protectores de tejidos no abrasivos. Cuando ya han aparecido pueden drenarse, aunque es conveniente que esta maniobra sea realizada por personal especializado y bajo condiciones de rigurosa asepsia.
Infecciones bacterianas.
Cuando la epidermis pierde su capacidad para protegerse del exterior o los microorganismos externos consiguen alterar el equilibrio defensivo de la piel, se produce la infección. Entre las principales infecciones por bacterias se encuentra el impétigo, una infección superficial de la piel causada por Streptococcus betahemolíticos y Staphylococcus aureus. Las lesiones son muy contagiosas y clásicamente se extienden entre niños y adolescentes que comparten espacios comunes. Las lesiones iniciales son vesículas o ampollas de contenido claro que evolucionan rápidamente a pústulas y posteriormente forman costras amarillentas.
La foliculitis, es una inflamación del folículo piloso en zonas cubiertas con tejidos no transpirables. Por otro lado, los forúnculos son infecciones en el folículo piloso en profundidad y se presenta principalmente en las zonas del cuerpo donde hay más sudor con oclusión, como las axilas, las ingles y la cara interna de los muslos.
En todos esos casos una adecuada higiene y un tratamiento antibiótico adecuado son imprescindibles para la resolución de estas infecciones.
Infección por hongos.
Las infecciones por hongos suelen ser comunes entre las afecciones dermatológicas del deportista. Son más habituales en los pies, transmitiéndose en duchas y espacios compartidos. Una de las más frecuentes es el pie de atleta, caracterizado por la descamación de la piel en la planta y entre los dedos del pie, con enrojecimiento y picor a ese nivel.
Infecciones víricas.
Los deportistas también pueden infectarse con diferentes virus. La sudoración excesiva, las ropas ajustadas y el contacto con otros deportistas aumentan el riesgo de desarrollar este tipo de infecciones. Las infecciones más frecuentes son debidas a herpes simple, molusco contagioso y verrugas vulgares.
Reacciones alérgicas.
La dermatitis por contacto es una reacción inflamatoria de la piel por contacto con un agente irritante. También se pueden dar casos de urticaria y angioedema.
Durezas.
Las callosidades o endurecimientos de la piel aparecen como respuesta a la fricción crónica y prolongada. Suelen aparecer en diferentes zonas del pie. En determinados casos pueden estar relacionadas con alteraciones biomecánicas de la marcha o la carrera, en estos casos un estudio biomecánico adecuado, mediante la adaptación de correcciones ortésicas, podría evitar la reaparición de las callosidades.
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